Walter Schmidt - Agencia DyN
BUENOS AIRES.- El kirchnerismo vive por estos días un “reverdecer” de sus posibilidades electorales de cara a las presidenciales de octubre. Comienza a palpar, aunque falta mucho hasta llegar a esa meta, que está frente a una posibilidad cierta de “continuidad” mas allá de diciembre de 2015.
Confían en la Casa Rosada en poder maniatar a Daniel Scioli para que triunfe en las elecciones con un claro tinte “K”, porque no confían en él.
En verdad, el ultrakirchnerismo, inclúyase en esa categoría a los miembros de La Cámpora, no confía ni en Scioli ni en Florencio Randazzo. Por eso, no les preocupa la diferencia de uno respecto del otro en intención de voto.
Lo que alienta la fantasía “K” de reelección del “proyecto” es la alta imagen que conserva Cristina Fernández, cercana al 50%. Está claro que todo Presidente que se retira obtiene algunos puntos más por el sólo hecho de no continuar en el poder. Pero algunos dirigentes opositores de peso están comenzando a plantear que “el Gobierno no está muerto, ni mucho menos” y “dará pelea hasta el final”.
En ese escenario, mucho tiene que ver los escasos logros de la oposición. Desde el vamos, cuando la elección pareció polarizarse entre Scioli y Mauricio Macri, en detrimento de Sergio Massa, desde el oficialismo comenzaron a preocuparse para que no emergiera rápida y claramente un liderazgo opositor en un solo candidato: el jefe de Gobierno porteño.
Rechazan el pliego
Sin embargo, Massa está dispuesto a dar pelea y a echar por tierra lo que marcan algunos encuestadores. Su protagonismo en el rechazo a la designación de Roberto Carlés como miembro de la Corte Suprema por parte del Gobierno, le dio una brisa de aire fresco que pretende continuar, con esta idea de una suerte de frente electoral junto al cordobés José Manuel de la Sota y el puntano Adolfo Rodríguez Saá.
El rechazo de la oposición al pliego de Carlés claramente constituyó un revés para el Gobierno hacia su candidato, cuyo talón de Aquiles no es su juventud sino su carencia de experiencia y trayectoria para integrar el máximo tribunal. Obviamente, que una embestida del Gobierno a la Justicia como la que trascendió en estos días, acerca de una posible ampliación del número de integrantes de la Corte, podría desatar una batalla entre poderes.
No obstante, así como ocurrió con el ‘caso Nisman’, a veces es muy difícil estimar si algo de eso afectará la campaña electoral de los candidatos del Frente para la Victoria.
Lo que es evidente, es que la oposición, dividida en ‘macrismo’ y ‘massismo’, es funcional al Frente para la Victoria. Tal vez a medida que gire el cronograma electoral y que marque el triunfo opositor en algunos distritos importantes como Santa Fe y Mendoza, con PASO el próximo domingo, el electorado se anime más a pensar en una real alternativa al peronismo en el poder.
El as en la manga
Pero el oficialismo tiene otra carta que, de utilizarla, podría ser clave para su performance electoral.
Si Cristina Fernández se atreve a jugar, dejando que vayan a las PASO a gobernador bonaerense todos los que quieran, podría alimentar el surgimiento de una fórmula competitiva.
“La dupla Scioli presidente, Insaurralde gobernador nos hace soñar en un triunfo electoral, pero hay que ver si Cristina lo permite”, razona un experimentado dirigente peronista.
Un kirchnerista de la última hora, en tanto, agrega: “Te imaginas a Scioli e Insaurralde en el programa de Tinelli, robamos”.
Es allí donde entra en confrontación el purismo ideológico “K” con el pragmatismo peronista.
El oficialismo, con Cristina Fernández a la cabeza, pretende que el kirchnerismo trascienda diciembre de 2015 y sea el nuevo peronismo; el peronismo ortodoxo, con base en el PJ bonaerense, quiere ganar, no importa de la mano de quien. (DyN)